Aléjate para buscar ese lugar, deja que tus pies guíen tus pasos, uno tras otro...
Recorre un camino que jamás has recorrido pero tal vez conozcas. Quizás te hayan hablado de él las antiguas historias, aquellas que leías una y otra vez, durante las largas noches que pasaste bajo la cálida luz de una vela agonizante...
Busca un camino, el camino al infinito; el camino a lo que buscas y a lo que dejas atrás, el camino a todo, el camino a nada.
El suelo de roca está frío y áspero, las piedras se te clavan en las plantas de los pies mientras avanzas, dejando un leve rastro de sangre como recuerdo de tus pasos...
Y al frente, el vacío, acantilado.
¿Y ahora que has llegado tan lejos? No saltes, mantente en pie ante el abismo, siente como el viento acaricia tu piel, abre tus brazos y agita tus cabellos... cada vez más ligero.
Tus hombros, tus pies, la curva de tu espalda... se van desvaneciendo en cenizas que eleva Eolo con delicadeza entre sus dedos hasta que la nada ocupa el lugar donde te mantuviste erguido.
El final del camino, el comienzo del camino, que ahora recorres como el polvo, arrastrado por el viento.
Y te elevas... sobre el infinito
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