He perdido la cabeza

He perdido la cabeza
-He perdido la cabeza -Eso me temo,estás loco,chalado,majareta...Pero te diré una cosa, las mejores personas lo están

miércoles, 13 de abril de 2011

Despertar

El joven se movió en la cama.

Todos lo habitantes de la casa se hallaban en la habitación, mirándolo espectantes.

El chico llevaba varias semanas en cama, desde que se produjo el accidente. Le encontraron entre los escombros, inconsciente, y lo llevaron a la casa. Cuidaron de él, trataron de que no se quedara solo en ningún momento, pero las esperanzas de verlo despertar se habían ido apagando.

La chica levantó la cabeza, todavía con los hinchados y las grandes ojeras negras.

Ella llevaba ahí una semana, esperando a verle despertar. Se ocupaba personalmente de los cuidados más delicados del chico.

Tenía sujeta la mano de él entre las suyas cuando sintió una débil presión en los dedos. Alzó los ojos hacia él y se topó con los suyos, cansados pero brillantes, y su boca torcida en un intento de sonrisa.

-Hola-murmuró.

La chica se movió un poco hasta pegarse a él, depositando en sus labios un beso con la mayor suavidad que pudo.

-Hola- respondió ella entonces sonriente.

El resto de la gente de la casa volvía ahora a la habitación. Se quedaron asombrados al verle despierto.

Él alargó la mano para rozar las pálidas mejillas de la chica, pero sus deods se detuvieron a unos milímetros de su piel.

Miró con los ojos muy abiertos sus dedos deformados, sin comprender, sin recordar.

-Quiero un espejo-pidió autoritario.

-No creo que...

-Traedme-un-espejo- repitió ahora molesto.

Los demás se miraron, la chica les miró desde la cama, suplicando con los ojos que no lo hicieran.

-¡Traédmelo!

Ella le cogió el rostro entre las manos pero él la apartó.

-Quita.

La chica se quedó mirándolo, mientras los demás entraban en el cuarto, trayendo un espejo de plata.

Antes de que dejaran el espejo sobre la cama, ella besó sus manos, y él volvió a apartarla.

Cogió el espejo, sosteniéndolo ante sí.

El rostro que le miraba desde el otro lado no era el suyo.

Su boca era solo una brecha en mitad de un rostro grotesco, sin labios. La cuenca de uno de sus ojos se había quemado, haciéndose más grande. La piel calcinada se pegada aún al hueso en algunas zonas, en otras parecía más muerto que vivo.

Tan solo conservaba un ojo sano y la mitad del pelo. El resto de él había desaparecido.

Soltó el espejo, temblando.

-Fuera-masculló.

Nadie se movió.

-Marchaos todos.

-No puedes quedarte aquí solo, necesitas aún ayuda, no estás bien del todo.

-¿Os pedía ayuda yo acaso?¿No?Pues fuera.

Salieron por la puerta, dolidos, antes no era así.

La chica seguía a su lado, sobre la cama. Puso una mano sobre su hombro, haciendo que él recordara que estaba allí. El chico se volvió al sentir el contacto, clavando en ella una mirada terrorífica.

-Fuera.

-Te quiero...- murmuró.

-Fuera- repitió ya sin mirarla.

La chica se levantó despacio, ocultando sus lágrimas tras el pelo. Se volvió para mirarlo una última vez desde la puerta, guardando su última imagen. Él, de rodillas sobre la cama, temblando ante un espejo. Solo.

La puerta se cerró.

Cuando la chica salió de la casa, los demás la esperaban abajo. Nadie dijo nada.

Y en medio de aquel silencio, un grito inhumano salió de la casa, haciendo que se les pusieran los pelos de punta.

Segundos después, el espejo calló por la ventana, estrellándose contra el suelo.




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domingo, 3 de abril de 2011

Escombros

Desde lejos, se miraron.

Podían ver en sus el amor, la atracción que los llamaba a perderse uno en los brazos del otro, las miradas en las que podían hablarse sin palabras.

Siempre con la mirada fija, sin ver nada más, sin poder acercarse del todo, siempre teniendo en mitad del camino un cristal.

Él escribió un te quiero desde su lado del espejo y ella lloró, recorriendo con sus dedos las letras dibujadas por él. Dolía amar y no poder hacerlo.

Se alejó poco a poco del cristal, viendo que parte de ella iba muriendo a medida que se alejaba...viendo como al otro lado, él se consumía, en el suelo ante el espejo y con apenas fuerzas ya, golpeándolo, intentando hacerlo quebrar.

Él murió allí. En el corazón de ella, un vacío y su recuerdo.

Al cabo de un tiempo, pasó por delante de un hermoso espejo. Al principio era una imagen borrosa, pero cada día que lo miraba se veía más claro, hasta que él volvió a aparecer al otro lado.

La chica sintió miedo, no podía verlo morir de nuevo. Así que se fue, sin marcharse, simplemente se alejó un poco.

Le echaba de menos. Echaba de menos sus sonrisas, echaba de menos sus palabras, echaba de menos sus ojos, su pelo, cada momento que vivieron juntos. Echaba de menos las canciones y las noches sin dormir. Necesitaba que él volviera a estar ahí...

Y volvió.

La vida hizo que ella se partiera en dos y cuando estuvo ante el espejo, él volvió. Cuidó de ella. La quiso...

La noche quisieron besarse chocaron contra el cristal.

Sus manos se rozaban a través del espejo, así que decidieron romperlo, al fin juntos.

No se dieron cuenta, en el instante en sus labios se rozaron, el enorme espejo se derrumbó sobre ellos. Sepultados, sus cuerpos atravesados por cristales. De entre los escombros, sobresalían sus manos, sus dedos apenas llegaban a tocarse.



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El reflejo en el espejo

Se dio de bruces contra un espejo.

Era un reflejo tan perfecto el que la miraba desde el otro lado que se enamoró perdidamente de él.

Trataron de estar juntos, de llegar el uno al otro, de tocarse, de sentirse... pero siempre estaba entre ambos ese cristal.

Un día, se le ocurrió partir el espejo. Así nada los separaría.

Crack.

Los enormes pedazos de cristal cayeron sobre ella.

Ríos de sangre entre los escombros y un reflejo roto.

Se mataron mutuamente.



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