Se dio de bruces contra un espejo.
Era un reflejo tan perfecto el que la miraba desde el otro lado que se enamoró perdidamente de él.
Trataron de estar juntos, de llegar el uno al otro, de tocarse, de sentirse... pero siempre estaba entre ambos ese cristal.
Un día, se le ocurrió partir el espejo. Así nada los separaría.
Crack.
Los enormes pedazos de cristal cayeron sobre ella.
Ríos de sangre entre los escombros y un reflejo roto.
Se mataron mutuamente.
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Ese es el peligro de romper los cristales, que no sabes qué hay detrás.
ResponderEliminarGran pequeño texto :)
:)
ResponderEliminargracias