He perdido la cabeza

He perdido la cabeza
-He perdido la cabeza -Eso me temo,estás loco,chalado,majareta...Pero te diré una cosa, las mejores personas lo están

sábado, 31 de enero de 2015

Soy coleccionista, de gestos, de personas, de cambios...

Siempre me he considerado una coleccionista, de cosas extrañas, de cosas sencillas… He coleccionado gestos, sonrisas, olores, personas… mi mente es como el desván de Diógenes y aún así, creo que no he perdido nada en ese caos de memorias. Tal vez por eso, en ocasiones me pare en seco a observar el reflejo de la luz en el suelo, tal vez me esté llevando a alguno de los rincones de mi colección. Coleccionar personas es tal vez lo que más me ha costado, ¿cómo se coleccionan personas? Al principio pensaba que con mantener los recuerdos, las viejas fotos… siempre presentes, seguirían ahí. Con el tiempo me di cuenta que no puedes coleccionar personas, tienes que coleccionar los cambios. Los recuerdos se trastocan, en ocasiones tienen más de idealización que de realidad, no tiene nada de malo, de hecho quizás sea mejor así, pero lo que realmente te mantendrá presentes a todos aquellos que has visto alguna vez tan “especiales” como para querer conservarlos para siempre, son los cambios. La forma más sencilla de explicarlo es a través de las relaciones de pareja. Conoces a alguien, conectas. De repente esa persona pasa a ocupar un lugar privilegiado en tu mente, en tu vida. Deseas que esté para siempre a tu lado, se convierte en una persona que consideras no solo indispensable en tu colección de personas, sino la pieza más importante. Sin darte cuenta, vas aprendiendo cosas de esa persona, de repente te conoce mejor que tú mismo y aprendes a conocerte a través de sus ojos, te sientes diferente, más débil, más fuerte, más feliz… Te complementa. De pronto una mañana esa persona deja de estar en tu vida, tal vez no para siempre, siempre he creído que no puedes borrar de golpe y porrazo a alguien con quien lo has compartido absolutamente todo y que lo ha sido todo. No era solo amor, era una amistad profunda y eso se puede mantener. Pero ya no está ahí. Ya no está cuando te sientes solo, ya no puedes llamarle a las 5 a.m. porque te asustan los monstruos que pueblan tus sueños o simplemente no puedes llamarle para decirle que le quieres. Los pasas mal, sufres, estás tan hundido que no crees poder volver a ser feliz, ni volver a amar de nuevo después de eso. Sin embargo, en tu interior empiezas a sentir una una sensación extraña, que te dice que eres fuerte, que puedes estar bien, que hundirte de esa forma es lo que hacía la tú del pasado, del pasado antes de estar con él. Te esfuerzas por sonreír, por entender los motivos que te han llevado a estar donde estás, y te sientes diferente. Te sientes otra persona, te sientes mejor. Tal vez alguien te diga un día “ has cambiado, te veo… diferente” y tu sonrías y le digas “sí, ahora soy mejor”, y por dentro pienses “Él/ella me cambio” y seas capaz de ser feliz tu solo, de reconstruirte a ti mismo y soportar mejor los golpes de la vida. Así, esa persona habrá pasado a formar parte de tu colección pues siempre será parte de tu vida, de quien eres. Tal vez el coleccionar cambios sea la más valiosa de las colecciones
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