Sin embargo, al ver ahora ante mí la multitud de cuerpos frescos, colgando de los árboles como frutas maduras ...(suspiro).
Ahora es tan cierto como que yo estoy aquí de pie.
El viento sopla, pero las hojas de los árboles no se mueven. Si te fijas, te darás cuenta de que realmente no son hojas, sino que las ramas desnudas de los árboles están cubiertas por miles de cuervos de ojos oscuros como la muerte, inmóviles y silenciosos. De vez en cuando, alguno deja la rama para picotear los ojos de algún cadáver. Otras veces, prefieren arrancárselos cuando todavía respiran. Los demás graznan con un sonido espeluznante que recuerda a la risa humana mientras el hombre lanza alaridos y se agita colgado de la soga.
Cuando empezamos a hablar sobre ello no lo pensé como algo real. Y tu tampoco. ¿Sabes por qué lo sé? Porque aún ahora, colgado de tu rama, sigues mirándome con los mismos ojos desorbitados, como si yo me hubiera vuelto loco (sonrío).
Un cuervo se ha posado sobre tu cabeza, por lo que tengo la impresión de que nuestra conversación ha terminado. Recojo mi sombrero y hago una reverencia al cuervo que te picotea el ojo izquierdo. El animal hace una inclinación con la cabeza. La educación es fundamental.
Me voy, tal vez vuelva mañana, y con suerte, me mirarás con otros ojos.

Este obra de Pilar Hernández está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Joooooder xD
ResponderEliminarPareceré una demente pero qué bonito te ha quedado, la forma de relatar algo tan macabro es brillante a pesar de lo difícil que es. :)
^^
ResponderEliminarLo macabro mola pero no es nuevo. A mí lo que me gusta es esa manera tan cotidiana de narrar la locura jajaja queda genial.
ResponderEliminar:)
ResponderEliminares que es algo de convivencia constante XD