He perdido la cabeza

He perdido la cabeza
-He perdido la cabeza -Eso me temo,estás loco,chalado,majareta...Pero te diré una cosa, las mejores personas lo están

sábado, 3 de julio de 2010

El salvador

Se marcho sin una lágrima,sin una sonrisa.Simplemente se marchó como había venido,solo.
Apenas estuvo aquí unas horas,y su presencia lo cambió todo,me salvó la vida.Evitó que cometiera un error que pudo haber sido mortal.
Era una época difícil,ella estaba enferma,y yo no podía admitirlo,no podía creerlo a pesar de que llevaba años viendo la vida escaparse de su cuerpo,abandonándola lentamente,con el mismo cuidado que yo ponía cuando acariciaba su pelo.
Había pasado la noche en vela,llorando sobre su cama,acariciando su pálido rostro,esperando que sus ojos volvieran a abrirse.Entonces escuché la puerta.Alguien llamaba.Me levanté pasándome las mangas por los ojos en un inútil intento de borrar los rastros de las lágrimas.
Un completo desconocido esperaba al otro lado de la puerta.No era un hombre que llamara la atención,era más bien como una sombra consumida,que apenas dejaba ver la juventud que se ocultaba en su sonrisa.
No sé porqué,pero me derrumbé a sus pies,desecho por el dolor,contándole el infierno que llevaba viviendo desde hacía años,contándole a un desconocido lo que había ocultado a todos los demás.
Sin decir palabra,él me sujetó,evitó que cayera al suelo y me abrazó.Lloré sobre su hombro durante un tiempo que no sabría determinar.Durante una momento creí que iba a romperse entre mis brazos,pues el chico era apenas un saco de huesos,pero se mantuvo en pie,y a mi con él.
-Vuelve con ella-me susurró.
Me alejé de él tambaleante y entré en el cuarto.Los rayos del sol caían sobre su cama,su pelo despedía reflejos azulados,pero sus ojos seguían cerrados.Al oírme,giró la cabeza hacia mí,y abrió los ojos.Unos ojos pálidos y apagados.Me acerqué a ella y tomándole una mano la besé.
Ella sonrió,cerró los ojos.Juraría que en ese momento vi escapar de sus labios el último que le quedaba de vida.
-Te quiero-dijo





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Se fue entre mis brazos,con una sonrisa en la cara y regalándome sus últimas palabras.
Era mediodía cuando me separé de su cuerpo.El chico seguía en la puerta.Cuando entré en el despacho no me detuvo,cuando saqué la pistola guardó silencio.Cargué el arma y la coloqué bajo mi barbilla,dispuesto a acabar con ese dolor,dispuesto a reunirme de nuevo con ella.
-Ella no querría que lo hicieras-dijo de pronto.
-Que más da eso-mi voz sonó rota-ella ya no está.
-Que tu no puedas verla no significa que no esté.
-Está muerta-mascullé.
-Uno no muere cuando su corazón deja de latir.
-Está muerta-repetí más alto.
-No,no del todo.Nunca se muere del todo mientras haya alguien que nos recuerde.
Lo miré con lágrimas en los ojos,la muerte en las manos y el corazón destrozado.
-Voy a hacerlo-dije quitando el seguro.
-De acuerdo-dijo resignado-hazlo,mátala de nuevo.
La calma con que pronunció estas palabras me helaron la piel.Solté el arma y me senté sobre la silla,enterrando el rostro entre las manos.
-Volverás a verla-dijo con la misma voz calmada.
-¿Cuándo?
-Cuando llegue el momento.
Asentí en silencio,reconfortado por el esquelético brazo que me rodeaba los hombros.De repente caí en la cuenta de que ni siquiera sabía su nombre.
-¿Tú quién eres?
-Ya no soy nadie-se limitó a contestar.
-No te entiendo
-Yo estoy muerto
No sé si fue la tristeza que vi en su sonrisa,la calma de su voz o el vacío que vi en sus ojos grises,pero sentí que algo dentro de mí se estremecía ante la posibilidad de que fuera cierto.
-No-tartamudeé-estás vivo.
-No-repitió
-¿Por qué no?-pregunté,aunque ya imaginaba la respuesta.
-Me han olvidado.
Se quedó a mi lado,en silencio,apoyándome con su presencia etérea durante horas.Cuando volví a abrir los ojos y miré por la ventana,apenas alcancé a ver la sutil sombra que se desplazaba bajo las farolas.Cuando volvió la vista hacia mi ventana,la luz brilló sobre sus ojos,antes de apagarse y fundirse con la noche.

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